Rayos y Centellas


Un Buen Malo
Por Santiago Roncagliolo
El País Semanal No. 1.874

L
a nueva película de Batman, El caballero oscuro: la leyenda renace, me ha perturbado. Me he identificado más con el malo de la historia, el brutal Bane, que con Bruce Wayne, ese millonario que se da aires de diva madura.
                Al empezar, lo admito, Bane tiene una punta un tanto ruda: un mercenario serbio con una máscara tipo Darth Vader, capaz de subir a un avión, romperlo en vuelo y huir por el agujero. Suena fuerte.
                Pero la película avanza. Y cuando Bane dirige su primer atentado contra el centro financiero de Nueva York, ya te empieza a caer mejor. Los diálogos tienen mérito. Un corredor de Bolsa con aire de sabelotodo le instruye al malo:
                -No hay nada que robar. Aquí no hay dinero.
                Bane responde:
                -¿Y entonces usted por qué está aquí?
                Es agudo, por lo menos para alguien que está secuestrando gente con el fin de montarla en una moto y escapar entre las filas de la policía.
             A otro empelado que trata de disuadirlo, Bane lo desengaña sin dejar de disparar:
                -¿A usted qué más le da? No es su dinero.
                -Sí lo es –le responde el otro-, es el de todos.
                Precisamente, piensas tú, ése es el problema del mundo real. Que el dinero de todos está en los mercados financieros y no hay nada aquí afuera. Y después de ese diálogo, tú estás con Bane a muerte.
                ¿Dónde está Batman? En su dormitorio con un ataque de gota. Lleva ocho años en cura de sueño. Ay, se lamenta, ya he derrotado el crimen y ahora no sé quién soy. Ese rollo existencial.

Mientras tanto, Bane toma por asalto Manhattan. Vuela los puentes. Corta las comunicaciones. Rompe con los políticos y declara la liberación del pueblo. Todo parapetado en el abrigo de piel más chic que has visto en tu vida. El look militar de los rebeldes, con sus rabiosas palestinas de colores vivos en contraste con los tonos verde oscuros, confirma que para tomar Nueva York las guerrillas sólo necesitaban un buen diseñador de vestuario.
                En este momento quiero que Bane convoque elecciones y votar por él.
                Pero la película aún no me ha contado el terrible pasado del villano, aquel niño que alguna vez fue dulce, hasta que la vida lo hirió y tuvo que endurecerse. Cuando llega ese momento, ya no sólo quieres votar por él. Quieres adoptarlo.
                A todo esto, ¿cuál es la gran meta de Bruce Wayne? Conseguir una buena pensión de jubilación. Como los banqueros. Ha perdido el entusiasmo. Ya ni siquiera financia obras de caridad. En el fondo, sólo es un playboy que va diseñando bombas de neutrones mientras escoge una chica bonita y limpia, con hobbies comunes, como sacudir a guantazos a un ejército de sicarios.

Los superhéroes siempre han dicho la verdad. Durante la II Guerra Mundial, el Capitán América representó los valores democráticos contra el Eje. Nadie como los X Men para encarnar los miedos de la guerra fría en una trama de mutantes postatómicos. El Iron Man que interpreta Robert Downey Jr. es una sátira de la industria de armas, que crea engendros para combatirlos con otros engendros. Hoy día hay superhéroes gais. Cada superhéroe representa una época y una actitud.
                Batman siempre fue el rebelde. El oscuro. El solitario. Era tan solitario que los productores le pusieron a Robin (dando lugar a numerosos malentendidos). Y era inconformista. Hay una historieta radical, Red Son, que alucina con que Superman no cae en Kansas, sino en una granja colectiva ucraniana. Se convierte en un líder soviético, ni más ni menos el sucesor de Stalin, y dedica sus poderes a la causa del proletariado. Pues bien, es esa locura, Batman es un terrorista suicida contrario al sistema comunista. No se puede ser más rebelde.
                En la última entrega de El caballero oscuro, Batman se ve reducido a una fashion victim disfrazado para Halloween. El verdadero héroe trágico es Bane. Espero que por una vez los superhéroes no digan la verdad, y que en esta ocasión, aquí en el mundo real, haya algún superhéroe dispuesto a salvarnos de los villanos de la Bolsa. 

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